Cuentos y noticias con detectives

La tecnología
Era una tarde oscura en Londres, me encontraba con mi compañero de trabajo y vivienda, Martin Scholes. En ese momento estábamos comiendo en nuestro hogar.
-¿Están buenos tus fideos, Martin?
-Un poco fríos pero ricos- dijo – ¡Qué ruido! ¿No?
-Si, es que están instalando al lado estos nuevos “aires acondicionados”- dije con un tono sarcástico – Dicen que largan aire frío/calor. A mí no me gustan, hacen mucho ruido y hay que ponerles un bidón para que caiga el agua. Yo prefiero los ventiladores.
El teléfono sonó y mi compañero atendió, parecía interesado en la conversación, pero a la vez preocupado.
-Los policías nos necesitan-dijo luego de cortar- hubo un asesinato en la calle Baker Street.
Paramos un coche y nos dirigimos hacia el lugar del acontecimiento. En el trayecto me dediqué a investigarlo. Él era alto, robusto y tenía nariz grande.
Allí, los policías nos dijeron que hallaron al adinerado dueño de la casa muerto en el piso, que no tenía lastimaduras excepto la de la cabeza por el golpe al caer (un reconocido químico de unos cincuenta años).
Luego, nos topamos con la única persona que tenía contacto diario con el hombre. Una mujer de mediana edad, pálida y, para mí en estado de shock. Lo que me sorprendió fue que llevaba unas maletas muy grandes. También me di cuenta de que tenía las manos manchadas, por lo que debía ser su asistenta de trabajo, además de la mucama. Esto lo noté porque estaba vestida de negro y con un delantal blanco. Martin me dio la orden de investigar el lugar mientras él charlaba con la empleada.
Entre la muchedumbre se encontraba un señor enojado. Yo le pregunté qué le pasaba y me dijo que él había instalado varios aires acondicionados en la casa hace dos meses y que quería su pago. Yo sospeché de esta persona, pero pensé que la prioridad ahora era investigar la casa.
La casa constaba de:
2 cuartos (uno para él y uno para la mucama)
1 biblioteca
1 living-room
3 baños
1 cocina
1 play-room
1 vestidor
El dueño de la casa yacía muerto en el piso con las descripciones previamente dadas. En el cambiador había solo ropa de hombre por lo que supuse que era soltero.
También noté que el agua que yacía en el bidón del aire acondicionado de los cuartos tenía color verdoso. Pensé que era musgo de las paredes que se colaba en el tubo del aire.
Después de esta investigación, le pasé todos los datos detalladamente a mi compañero que estaba en un banco sentado. Luego de esta charla se puso a pensar unos minutos.
-Creo que tengo el caso resuelto-dijo como muchos de los detectives dicen.
-Claro, fue el técnico de los aire acondicionados para quedarse con el dinero de la mano de obra y de la denuncia por el retraso de la paga- exclamé feliz de haber deducido el caso.
-Esta vez no le acertaste, la próxima será- dijo tranquilamente- fue un buen plan, pero no lo suficiente.
Lo que tenía la empleada en sus manos no era producto del trabajo con sustancias químicas con su patrón, sino lo que utilizó para matarlo. Lo que había en el agua era veneno que previamente fue esparcido por el lugar con los aparatos ventiladores. Al ser soltero, el difunto no tenía a quién dejar su herencia así que la que se iba a quedar con los millones sería ella.
-La verdad nos dejó atónitos a todos- dije con asombro- y todo por esa maldita tecnología.


Autor: Mariano Rabinovich